Claves para ser más eficaz en telemarketing

6 claves para ser más eficaz en telemarketing

A menudo, la eficacia tiene que ver más con los resultados que con el empeño o el esfuerzo que una persona o un equipo pone en lograrlos.
La eficacia, comúnmente entendida, no pasa solo por poseer unas habilidades determinadas para desempeñar un puesto de trabajo o un proyecto puntual. Lo que cuenta, en la gran mayoría de ocasiones, son los resultados. La eficacia individual, sin embargo, tiene seis variables distintas: 

 

 

 

1. Capacidad. Para poder alcanzar los objetivos marcados, una persona debe contar con ciertos conocimientos, habilidades y actitudes. Es la capacidad: un conjunto de elementos imprescindibles para alcanzar los objetivos de nuestro puesto de trabajo. Cuanto más habilidades tengamos, más capaces seremos de lograr un grado de eficacia superior. 

 

 

 

Para ser eficaz, eso sí, conviene buscar puestos de trabajo acordes a las habilidades de cada uno y mejorar todas aquellas capacidades que necesitamos. Para que nuestro desarrollo sea efectivo tendremos que conocer nuestras limitaciones. Solo así podremos alcanzar nuevos retos, actuar en consecuencia y superarnos. La clave está, sin lugar a dudas, en aprender de los fracasos. 

 

 

 

2. Automotivación. Para llevar a cabo bien un trabajo es eminentemente necesario estar motivado. Esto significa que estaremos más dispuestos a esforzarnos al máximo para lograr aquello que deseamos. Lograrlo será más fácil si tratamos de minimizar aquellos elementos que nos desmotivan. Esto pasa por tener una actitud positiva ante los acontecimientos y mostrar ambición y ganas en cada uno de los retos para intentar dar el máximo sentido a todo lo que hacemos. 

 

 

 

3. Autogestión. Para ser más eficaces es necesario contar con cierta capacidad de autogestión y participar, de acuerdo con nuestro criterio, en las decisiones que atañen a nuestro trabajo. Para ello, será necesario que se produzcan tres condiciones necesarias: la primera, tener los objetivos y tareas claras; la segunda, disponer de todos los recursos, información y medios materiales imprescindibles para llevar a cabo las tareas; la tercera, ser autónomos para poder actuar y cumplir con los objetivos marcados. 

 

 

 

La capacidad, la automotivación y la autogestión son tres factores clave en su conjunto. Una persona que esté capacitada y motivada tendrá dificultades para ser eficaz si la empresa en la que trabaja le impide autogestionarse. Ninguno de estos tres elementos puede fallar. Pero existen otras tres variables cuya importancia también es vital: 

 

 

 

4. Simplificación. La simplicidad no es un hecho natural. Hay que buscarla para que se produzca. En la mayoría de ocasiones, las cosas tienden a evolucionar hacia la complejidad, en lugar de simplificarse. Para conseguirlo hay que identificar todos y cada uno de aquellos aspectos a simplificar. Nos resultará más fácil si priorizamos y nos centramos en lo que de verdad es importante, focalizando nuestra atención en el presente y aceptando la realidad tal y como es.

 

 

 

5. Suerte. Existe, aunque no hay que pensar en ello. Se trata de todos aquellos elementos que no están bajo nuestro control, pero que juegan una importancia vital en la consecución de nuestros objetivos y por lo tanto, en la eficacia resultante. Lo mejor, en estos casos, es no quejarse ni lamentarse cuando la mala suerte juegue a nuestra contra, aparte de saber gestionar de manera proactiva las consecuencias.

 

 

 

6. Responsabilidad. Es el motor de la eficacia porque es la que nos empuja al esfuerzo. Nos ayuda a centrarnos en nuestros objetivos y a intentar ser eficaces a pesar del factor suerte, que no siempre es favorable. En este sentido, será imprescindible aplicar conductas tan necesarias como la proactividad. Nos resultará más fácil si asumimos objetivos realistas y si nos esforzamos para conseguirlo. Eso sí, si no lo logramos, no deberíamos entregarnos nunca al victimismo. 

 

 

La eficacia individual repercute de manera ventajosa en las personas, pero también en las organizaciones. De este modo, la empresas compuestas por personas eficaces también serán eficaces. En cambio, las que no potencian la eficacia de sus empleados obtendrán unos resultados empresariales paupérrimos. Conviene huir de las actitudes negativas, cuyo único cometido es el de achacar los malos resultados a las demás personas o a factores externos. Solo lo conseguiremos trabajando la responsabilidad individual y haciendo todo lo posible para ser eficaces en conjunto.

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